Empezar de nuevo
Lectura: Esdras 1:1-11
Entonces se levantaron [...] todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová [...].—Esdras 1:5 RVR1960
Cuando terminan las celebraciones de Navidad, mis pensamientos suelen enfocarse en el nuevo año. Reflexiono sobre por dónde me llevó el año que terminó y hacia dónde me llevará el próximo. A veces, estas reflexiones vienen acompañadas…
Una edificadora sabia
Isabella Baumfree nació esclava en 1797 en Esopus, Nueva York. Aunque casi todos sus hijos fueron vendidos como esclavos, escapó en 1826 con una hija y vivió con una familia que pagó por su libertad. En lugar de permitir que un sistema injusto mantuviera separada a su familia, inició acciones legales para recuperar a su pequeño hijo Peter; una gran hazaña para una mujer afroamericana en aquella época. Como sabía que no podía criar a sus hijos sin la ayuda de Dios, aceptó a Cristo como Salvador y cambió su nombre a Sojourner Truth [Verdad Peregrina], para demostrar que su vida estaba edificada sobre el fundamento de la verdad de Dios.
Nuestro verdadero yo
En el álbum de fotos antiguas de mis padres hay una de un muchachito: cara redonda, pecas y cabello rubio y lacio; le encantan las historietas, odia los aguacates y tiene un solo disco: de Abba. Y hay otra de un joven: cara larga, cabello ondulado y sin pecas; le gustan los aguacates, mira películas en lugar de historietas ¡y jamás admitiría tener un disco de Abba! El muchachito y el joven se parecen un poco. Según la ciencia, tienen piel, dientes, sangre y huesos diferentes. Y aun así, ambos son yo. Esta paradoja ha desconcertado a los filósofos. Puesto que cambiamos a través de los años, ¿quién es el yo real?
Esperar con esperanza
Rogelio fue nuestro mesero durante unas vacaciones. En una conversación, le atribuyó a Jesús haberlo bendecido con Kaly, una esposa compasiva y con una fe fuerte. Después de tener a su primer bebé, Dios les dio la oportunidad de ayudar a cuidar a su sobrina, que tenía síndrome de Down. Poco después, su suegra necesitó que la llevaran a vivir con ellos para cuidarla.
Justicia perfecta
En 1983, tres jóvenes fueron arrestados por asesinar a otro de catorce años «por causa de su chaqueta [deportiva]». Sentenciados a cadena perpetua, pasaron 36 años detrás de las rejas, hasta que surgieron pruebas que revelaron su inocencia. Antes de que el juez los liberara, hizo pública una disculpa.
Está bien lamentarse
Caí de rodillas y mis lágrimas llegaron hasta el suelo. Clamé: «Dios, ¿por qué no te ocupas de mí?». Fue durante la pandemia de COVID-19 en 2020. Hacía un mes que me habían despedido del trabajo y algo no había funcionado con mi seguro de desempleo. El dinero que prometió el gobierno no había llegado. Pero en lo profundo, confiaba en que Dios solucionaría todo. Sabía que Él me amaba y que se ocuparía de mí, pero en ese momento, me sentí abandonada.
Una vida destacada
Supe de Catherine Hamlin, una destacada cirujana australiana, cuando leí su obituario. En Etiopía, ella y su esposo establecieron el único hospital en el mundo dedicado a curar a mujeres del devastador trauma físico y emocional provocado por las fístulas obstétricas, una lesión común en el tercer mundo, que puede producirse al dar a luz. A Catherine se le atribuye haber supervisado el tratamiento de más de 60.000 mujeres.
Dios de justicia
Tal vez la vaca de la Sra. O´Leary fue la «vaca expiatoria» más grande de la historia. La culparon del gran incendio de Chicago en 1871, el cual dejó sin casa a una tercera parte de sus habitantes. Impulsado por fuertes vientos, el fuego arrasó durante tres días las estructuras de madera y se llevó la vida de casi 300 personas.